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Lista de temas
01- El patrón
02- Carlos
03- Poema de los mal vestidos
04- Pitanguerito amigo
05- Requiem para un extranjero
06- Balada del cuije
07- Sentir islero
08- La cruzada
09- El guerrillero
El
compositor Tabaré Etcheverry (1945-1978)
El
cantor olvidado
Guillermo
Pellegrino
TABARE Etcheverry
es uno de los grandes olvidados de nuestra músicapopular.
El pasado mes de abril se cumplieron 25 años de su muerte y ningún
medio escrito de Montevideo (y muy pocos del interior) le
dedicó siquiera una línea. En buena hora, el sello Sondor vino a cubrir parcialmente este vacío al editar siete casetes y tres compactos que abarcan buena parte de su repertorio grabado. Pero a pesar de la desmemoria, el canto de Tabaré quedó arraigado en la gente y aún tiene —en Uruguay y también en Argentina— un nutrido grupo de seguidores que destacan su amplísimo registro y su caudalosa voz, la que —también debe apuntarse— no siempre administraba bien, tal vez fruto de su juventud o de ciertas urgencias que seguramente hubiese llegado a controlar con el tiempo, en pos de una mayor sobriedad interpretativa. Pero tiempo, justamente, fue lo que le faltó: su vida se truncó a los 32 años.
dedicó siquiera una línea. En buena hora, el sello Sondor vino a cubrir parcialmente este vacío al editar siete casetes y tres compactos que abarcan buena parte de su repertorio grabado. Pero a pesar de la desmemoria, el canto de Tabaré quedó arraigado en la gente y aún tiene —en Uruguay y también en Argentina— un nutrido grupo de seguidores que destacan su amplísimo registro y su caudalosa voz, la que —también debe apuntarse— no siempre administraba bien, tal vez fruto de su juventud o de ciertas urgencias que seguramente hubiese llegado a controlar con el tiempo, en pos de una mayor sobriedad interpretativa. Pero tiempo, justamente, fue lo que le faltó: su vida se truncó a los 32 años.
DE MELO AL CHUY. José
Francisco Etcheverry nació en Melo, el 28 de octubre de 1945. Fue el
noveno hijo de Antenor Etcheverry y Adelaida Tort, quienes por ese
entonces vivían en una chacra al lado de la Posta del Chuy, establecimiento
levantado hacía varios años por antepasados de la familia. Don Antenor
era un trabajador de la tierra: plantaba diversas
especies que luego, con la ayuda de un carro, vendía en
campaña. Doña Nola era
esencialmente ama de casa aunque en ocasiones solía
hacer tareas de lavandera con las que ayudaba a la economía hogareña.
"Yo solía ir a lavar ropa a un arroyo cercano y lo
llevaba a Pepe, en su cunita, la que colgaba de alguna rama de un árbol donde se posaban los pájaros. Desde chico estuvo rodeado de música, aprendiendo del canto de los zorzales". Al cumplir el niño su primer año de vida, los Etcheverry se mudaron a Melo. Don Antenor comenzó a repartir pan en una jardinera. José, a quien nunca le sedujo ese oficio, muy de vez en cuando lo acompañaba y en la ciudad aún hay gente que dice escucharlo cantar, recorriendo las calles junto a su padre. Fue justamente en Melo donde "Pepe" (así lo apodaban) dio los primeros pasos, en una casa del barrio Santa Cruz. Pero la familia solía volver seguido a aquél hogar de campaña, en el que pasaban varios días. "Fue una época muy feliz —asegura Teresa, una de sus hermanas—, lo más lindo de la niñez.
llevaba a Pepe, en su cunita, la que colgaba de alguna rama de un árbol donde se posaban los pájaros. Desde chico estuvo rodeado de música, aprendiendo del canto de los zorzales". Al cumplir el niño su primer año de vida, los Etcheverry se mudaron a Melo. Don Antenor comenzó a repartir pan en una jardinera. José, a quien nunca le sedujo ese oficio, muy de vez en cuando lo acompañaba y en la ciudad aún hay gente que dice escucharlo cantar, recorriendo las calles junto a su padre. Fue justamente en Melo donde "Pepe" (así lo apodaban) dio los primeros pasos, en una casa del barrio Santa Cruz. Pero la familia solía volver seguido a aquél hogar de campaña, en el que pasaban varios días. "Fue una época muy feliz —asegura Teresa, una de sus hermanas—, lo más lindo de la niñez.
Mientras mamá cosía y
cosía, los hermanos íbamos seguido a jugar al arroyo
y llevábamos a ‘Pepe’, al que cuidábamos entre todos". A él le gustaba
ese lugar. Con quien más disfrutaba, por la diferencia de
edad, era con su hermana Raquel, la menor, a quien le llevaba menos de dos años. "Le fascinaba recorrer el monte, arrancar pitangas, andar a caballo, conocer historias de la Posta del Chuy, de sus antecesores, en fin, conocer sobre sus raíces", cuenta hoy doña Nola, la madre, con sus lúcidos 93 años. "En aquella casa —agrega Teresa— teníamos gran contacto con los animales, siempre le gustó saber de la gente del campo, de sus necesidades". Su infancia en el interior, cerca del medio rural, a la postre iría a darle fuerte fundamento e inspiración a su canto. Quienes estuvieron cerca de él en esa primera etapa lo recuerdan como un niño silencioso, sensible y muy observador, características estas dos últimas que lo conducirían a crear letras de claro corte costumbrista como "Pescadores a la caña", que no era otra cosa que el nombre de un clásico tablado de Melo. "Va llegando el carnaval/ Melo olvida sus dolores/ y repica fuerte el bombo/ en la Cuchilla ’e la flores". En este texto habla de Cuchilla de las flores, barrio muy particular y "folklórico" de Melo, donde se levantaba el famoso tablado. Además de citar a "Don bochinche y compañía" y "Aquí está la pelotita", entre otras murgas melenses, menciona a personajes como "El Oso Lima" (un hombre que hacía un número disfrazado de oso y bailaba al compás del acordeón de un domador), "Muleque" (típico personaje del pueblo que a veces subía a tocar su violín desvencijado), "Jenjen" (veterano lustrabotas), y hasta al "Nano" (Saviniano) Pérez, en boca de uno de sus tantos seguidores. La letra también habla de una caña blanca brasilera de mala calidad que allí se podía comprar; e inclusive reproduce el sonido de los vendedores de buñuelos, con su clásico grito en el que cambiaban la primera u por la letra i. "A tres pesos la tajada/ de la sandía calada/ y a dos pesos los ‘biñuelos’/ crema y canela quemada./ En el boliche Calcagno/ meta caña camorrera/ un negro calienta el pico/ y saca a ‘Jenjen’ pa’fuera/ y otro grita: ‘Viva el Nano’/ se pasó en la brasilera".
edad, era con su hermana Raquel, la menor, a quien le llevaba menos de dos años. "Le fascinaba recorrer el monte, arrancar pitangas, andar a caballo, conocer historias de la Posta del Chuy, de sus antecesores, en fin, conocer sobre sus raíces", cuenta hoy doña Nola, la madre, con sus lúcidos 93 años. "En aquella casa —agrega Teresa— teníamos gran contacto con los animales, siempre le gustó saber de la gente del campo, de sus necesidades". Su infancia en el interior, cerca del medio rural, a la postre iría a darle fuerte fundamento e inspiración a su canto. Quienes estuvieron cerca de él en esa primera etapa lo recuerdan como un niño silencioso, sensible y muy observador, características estas dos últimas que lo conducirían a crear letras de claro corte costumbrista como "Pescadores a la caña", que no era otra cosa que el nombre de un clásico tablado de Melo. "Va llegando el carnaval/ Melo olvida sus dolores/ y repica fuerte el bombo/ en la Cuchilla ’e la flores". En este texto habla de Cuchilla de las flores, barrio muy particular y "folklórico" de Melo, donde se levantaba el famoso tablado. Además de citar a "Don bochinche y compañía" y "Aquí está la pelotita", entre otras murgas melenses, menciona a personajes como "El Oso Lima" (un hombre que hacía un número disfrazado de oso y bailaba al compás del acordeón de un domador), "Muleque" (típico personaje del pueblo que a veces subía a tocar su violín desvencijado), "Jenjen" (veterano lustrabotas), y hasta al "Nano" (Saviniano) Pérez, en boca de uno de sus tantos seguidores. La letra también habla de una caña blanca brasilera de mala calidad que allí se podía comprar; e inclusive reproduce el sonido de los vendedores de buñuelos, con su clásico grito en el que cambiaban la primera u por la letra i. "A tres pesos la tajada/ de la sandía calada/ y a dos pesos los ‘biñuelos’/ crema y canela quemada./ En el boliche Calcagno/ meta caña camorrera/ un negro calienta el pico/ y saca a ‘Jenjen’ pa’fuera/ y otro grita: ‘Viva el Nano’/ se pasó en la brasilera".
Su
primer contacto con la canción, justamente, estuvo ligado al carnaval y
fue mientras cursaba la escuela, cuando integró una murga de niños."Todo
era muy artesanal —recuerda el periodista Tomás Vera, quien le llevaba un año y era
vecino del barrio—. Se pintaban la cara con corcho quemado,
y se destacaba un bombo que se tocaba de costado, que arriba tenía
un ‘artefacto’ que hacía de platillo... ¡Ah! Y me acuerdo de él cantando
una canción llamada Los Cuyanitos. Su
voz ya se destacaba".
La Posta del Chuy, y en
general el departamento y su entorno, iban a estar muy presentes en su
vida y en su canción. Uno de los ejemplos es la recordada milonga
"Cuando se piensa en volver": "Con un adiós a
la espalda/ dejé mi pago natal,/ el camino me esperaba/ y por él empecé a andar./ Atrás se quedaba el rancho/ y al frente La Posta ’el Chuy/ las lágrimas tironeaban/ pero igual no me volví".
la espalda/ dejé mi pago natal,/ el camino me esperaba/ y por él empecé a andar./ Atrás se quedaba el rancho/ y al frente La Posta ’el Chuy/ las lágrimas tironeaban/ pero igual no me volví".
EL
SEMINARIO. Aparentemente fue en 1957 cuando, una vez concluido el ciclo
primario, ‘Pepe’ viajó a la ciudad de Florida donde —como si fuera a
un liceo— se vinculó al seminario menor Monseñor Jacinto Vera. "La verdad
es que no tengo muy claro que fue lo que pudo haberlo motivado para
que comenzara a estudiar para cura —dice su amigo Weimar González—, quizás
tuvo algo que ver el hecho de que habíamos ido otros muchachos de Melo".
En aquel "colegio" era, según González, "un alumno siempre
alegre y
‘barullento’, que tenía algunas dificultades —como casi todos—, aunque se
esforzaba bastante". Con la perspectiva que da la distancia, y a sabiendas del rumbo que
luego tomaría su vida, cuesta imaginarlo en el seminario,
y no parecen haber interpretaciones valederas para determinar con
cierto fundamento su opción por ese camino. Lo cierto es que en 1959 decidió
abandonarlo, definitivamente. González ensaya unas palabras a manera
de explicación: "Creo que su caso fue más o menos como el mío, se dio
cuenta que él no servía para eso; habíamos ido muy jóvenes, yo con trece
años y él con doce". Con el tiempo, ciertas cuestiones ligadas a la
iglesia iban a estar muy presentes en su repertorio, fundamentalmente en
una de sus canciones símbolo como "Pueblito Sequeira" (texto de Julián
Murguía que él cantaba convencido), severa crítica a la iglesia y a
las clases acomodadas: "(...) En medio ’e las estancias/ Pueblo Sequeira
era una mancha/ y pa’ aliviar conciencias/ se juntó un día la gente
’e plata/ Estuvieron de acuerdo/ que había que darles lo que hacía falta/ e hicieron una
iglesia,/ en medio ’el pueblo,/ de piedra y lata./ Pueblito
Sequeira/ ya no importa el hambre/ con tres padrenuestros/ dos glorias
y un salve."/
"Cuando
en mis canciones abordo temas religiosos —declaró Tabaré en una ocasión—,
creo saber de lo que estoy hablando, aunque se me ha criticado mucho
por hacerlo." Surge, así, un interrogante: ¿Qué fue lo que pasó con su fe desde la salida
del seminario? "Cuando era un artista conocido a
‘Pepe’ lo tenían por revolucionario e izquierdista —asegura González—. Pero
yo creo que, como creyente y católico, él maduró y reconoció lo que predica
la iglesia siempre en favor de los humildes y los necesitados; y también
las realidades de ricos y pobres. Es más, grabó la canción ‘La vida
me enseñó’ (de Rodríguez Luna y Fermín García) que habla del corazón de piedra de los
hombres, ¡y eso es evangélico!".
LOS PILAREOS. En los
albores de la década del 60 José se juntó con algunos
compañeros para crear un conjunto folklórico al que llamaron Los Pilareños
siguiendo la sugerencia de los oyentes en un concurso radial.
El
conjunto ensayaba en lo de la familia Ferrúa, donde la dueña de casa, la profesora Irma Larrosa,
fue una madre para todos ellos. "Nosotros sabíamos que en su estadía
en Salta, Félix Ugarte (párroco de la
catedral),
que además era gran amigo, había colaborado en el comienzo de Los
Chalchaleros, y entonces lo invitamos para dirigirnos. Sabía mucho de
música y era muy riguroso. Siempre nos decía que no debíamos imitar a nadie
y que teníamos que adoptar un estilo propio", recuerda González, quien
también guarda en su memoria momentos clave de la agrupación, como cuando
compartieron escenario con Los Chalchaleros y con Eduardo Falú; una
actuación en Canal 12 de Montevideo; y una mini gira por el sur de Brasil.
El
conjunto tuvo diversas formaciones durante el tiempo que duró. Por él pasaron,
entre otros, Weimar González, "Chano" y Julio Borba, "El
Nene" Zeballos,
Nelson Benedetti, Ferrúa (h.), José García y "Chirú" Menchaca.
En Melo aún hay personas
que conservan el programa del primer recital de Los Pilareños realizado en
el teatro España. Allí se hace una elogiosa y esperanzadora presentación
del grupo." (...) Contados meses de labor y más de ochenta
composiciones en su haber son el mejor elogio para este conjunto de entusiastas y
meritorios intérpretes de este noble género musical (...)". A
pesar de que una parte de ese texto habla de "nuestro folklore", en el
reverso del programa se destaca el repertorio para esa ocasión
con mayoría de zambas de importantes creadores argentinos como Atahualpa
Yupanqui, Manuel J. Castilla, César Perdiguero, Jaime Dávalos y Eduardo Falú.
En
esta primera etapa, al comenzar su ligazón con la música, lo llamaron para
integrar el conjunto Los Caribe. En
este grupo —cuya alma mater era Manuel Olivera— cantó
boleros y temas centroamericanos, presentándose en escenarios uruguayos y en
varias ciudades de Brasil.
NOCHE
MONTEVIDEANA. A los 18 años Pepe se casó con Nilza Borba, unos años
mayor que él y a quien conocía desde hacía tiempo, por ser hermana de sus compañeros de Los
Pilareños. Mediaron pocos meses para el nacimiento de Nilza, la
primera hija, lo que motivó una honda preocupación
en Don Antenor y Doña Nola, quienes no veían con claridad cómo
iban a poder sostenerse. Melo, para algunas cuestiones, quedaba chico
y la joven pareja decidió entonces emigrar a Montevideo. Había que ganarse
el sustento y la capital ofrecía mayores posibilidades.
En
Montevideo, y mientras comenzaba a probar suerte con el canto solista (en
los primeros tiempos, asimismo, creó el dúo "Los del Ceibal", donde tocaba
el bombo y cantaba junto a su cuñado Chano), deambuló por varios oficios: fue pizzero en el
bar Villanueva y trabajó en La Vascongada.
Por
un breve lapso, pocos años más tarde, también desempeñó tareas administrativas en el
Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Susana
Mayol, conductora de programas folklóricos que durante muchos años
cumplió una importante tarea de difusión de la música popular, fue impulsándolo
y se constituyó en una suerte de madrina cuando todavía se movía en un circuito de
peñas. Poco
a poco, tocando puertas y "mostrándose",
empezó a salir de ese circuito y a ser contratado para cantar en vinerías —muy en
boga en aquellos momentos— como Los Cocuyos,Teluria, De Cojinillo, Las
Telitas, Cafetín de Antaño y en La Cumparsita, lugar en el
que se presentaba con mayor asiduidad. Víctor Hugo
Morales, en ese entonces principal relator de fútbol del país y siempre
afecto a expresiones artísticas, era uno de los asiduos concurrentes
a aquel clásico local de la calle Carlos Gardel: "Yo lo seguía
a muerte, iba a verlo casi todas las noches que cantaba en La Cumparsita. Me parecía un
genio y lo recuerdo, en esa amistad muy limitada de
artista-admirador, como un tipazo. Era muy personal, me parecía
un hombre derecho; su canto aún resuena en mis oídos, como me ocurre
con pocos intérpretes". Su mayor labor como cantor popular la desempeñó en las vinerías.
En estos lugares, donde a muchos les era difícil
ser escuchados, podía advertirse su "ángel". Pero él se movía a su
gusto: gran fumador (cuatro cajillas por día) y buen tomador, deambulaba por allí hasta
altas horas. Cuentan
que no era un gran ejecutante
de la guitarra y que noche adentro era cuando mejor cantaba.
El
sanducero Mario Martegani fue uno de los tantos colegas que lo frecuentó bastante en esa
época. "La guitarra de Tabaré acompañaba su voz en función de los
tiempos interpretativos. Es verdad que no tocaba
bien,
pero tenía ‘algo’, como en ‘El Pulguita’. Allí me parece que el ritmo
que propone representa al personaje del cual habla; o sea: logra lo
que quiere a pesar de sus limitaciones".
JULIÁN MURGUÍA. En la obra
de Etcheverry no puede soslayarse la presencia de Julián
Murguía, autor de los textos de varias de sus canciones
a quien conoció en Teluria, en 1967. El propio Murguía (quien
a
veces firmaba con el seudónimo de Martín Ardúa y que además era primo lejano de Tabaré), en un
programa homenaje realizado en una emisora de Melo, se encargó de
relatar que ese binomio había sido fruto de la casualidad.
"Una vez estábamos Zitarrosa, Tabaré y yo tomando vino y conversando
en un boliche hasta que en un momento de la noche le reproché
a los dos: ‘parece mentira que ninguno de ustedes le cante una canción
a Artigas...’. Tabaré, así la cosa, tomó una hoja y de inmediato me
desafió: ‘Escribila vos’, me dijo, y fue así que surgió mi primer texto
de canción. El día que la tuve pronta y se la mostré (era la letra de
la canción "1815"), recuerdo que los dos se ‘pelearon’ pero la ‘manoteó’
Tabaré, que luego la incluiría en su primer álbum simple que contenía
cuatro canciones dedicadas a Artigas. Para mí, eso sigue siendo lo
más lindo o al menos lo más sentido que hicimos con Tabaré".
Al
colocar los temas de ese disco —y también los muchos otros textos de Murguía
que Tabaré musicalizó y grabó— en el odioso plano de comparación con
los suyos, se percibe la diferencia en la concepción: las letras de Murguía
se notaban más elaboradas. "Eso era lo malo en él —dice con objetividad
Ivonne Abella, su segunda mujer— Yo siempre lo consideré un defecto.
No volvía sobre los textos, no los trabajaba. A él se le ocurría
algo y lo soltaba, le gustaba improvisar". Pero si bien es cierto
que en determinados momentos a Tabaré le pudo haber faltado cierto
rigor, sus temas lograron ser populares, quizás por esa naturalidad
suya, sin ceñirse en extremo a conceptos teóricos.
BAUTISMO. A finales de la
década del 60 grabó su primer Larga Duración en el que incluyó
"Tabaré" (letra de Murguía), dedicada al protagonista del famoso libro de
Zorrilla de San Martín. La canción alcanzó tanta popularidad
que la compañía no dudó en incluirla en siguientes discos e inclusive,
a partir de ese momento, el público empezaría a llamarlo a él mismo con ese nombre.
Si bien Etcheverry ya se
había forjado un nombre en el circuito de la canción
popular, le era muy difícil vivir del oficio. Tal vez ese espinoso
sendero que eligió tomar, sus complejidades y horarios nocturnos,
entre otros asuntos, lo hayan llevado a divorciarse de la
madre de sus tres hijas,
porque para ese entonces se habían sumado a la familia
Graciela y Raquel. Tabaré era muy joven, aún no contaba con 25 años
y ya había "rodado" mucho. Su voz y fundamentalmente su rostro parecían
los de un hombre mayor: basta escuchar los discos y observar fotos
de época.
Fue
esa una época fértil en cuanto a composiciones, a pesar de la difícil
coyuntura y de los vaivenes de su formación artística, sobre la que
siempre repetía: "Soy un autodidacta y empecé cantando, tocando y
componiendo
de oído. Después he ido haciendo estudios parciales, procurando
perfeccionarme (...)". En realidad, tuvo un pasaje de estudio con
Atilio Rapat pero no logró continuidad, se aburrió y, pasadas
algunas
clases, abandonó. También por ese entonces frecuentó varios estudios
de grabación y se vinculó con los sellos Macondo y RCA Víctor.
Después de aquel primer
simple aparecieron —en rápida sucesión— varios Larga
Duración. Uno de ellos fue Por ser pocos, que incluye su famosa milonga "Cuzco
Rabón", donde habla de su relación con la canción y en la que
manifiesta con firmeza su decepción y discrepancias con algunos colegas.
"No empuje a nadie a la lucha/ si con él no va a luchar/ es fácil
aconsejar/ y que el otro sea el que sufra/ su conciencia será mucha/
y que triste cobardía/ es augurarles el día/ de liberación cercana/
si él aguanta la picana/ cosa que usted no podría", decía una estrofa
del extenso texto. Es sabido que el cantor supo estar, en épocas de
fuerte tensión, muy dolido por algunas infundadas y anónimas versiones
que hablaban sobre su persona, con acusaciones de delación incluidas.
Otro de los fonogramas de
esos años llevó por nombre Tabaré Etcheverry interpreta
a Tabaré Etcheverry. Allí canta todos temas suyos con la excepción de
"Carlos" (homenaje a un cura obrero de Melo), poema de su coterráneo Julio César Guerra.
Un chasque de amor, Los
inmigrantes y La obra bienvenida fueron otros de sus discos. En La obra
bienvenida, que apareció por esa época, los doce temas son de su autoría en
la parte musical, aunque sólo la mitad cuenta con
versos suyos: los demás pertenecen a Murguía. "Si a La obra bienvenida
lo comparo con mis discos anteriores y con todas mis canciones
de antes, me doy cuenta que he ido profundizando la proyección de mi canto en un sentido
de acercamiento y de aporte de nuevos términos a
la gente. En fin... he procurado sentirme más pueblo. (...)", contestó en un reportaje que le
realizaron en el diario La Mañana. En esa misma entrevista, el periodista,
sin quizás conocer demasiado sobre su obra, le
pregunta: "¿Usted compone todo lo que interpreta?" "Sí, aunque también
hago temas ajenos. Pero sucede que casi siempre uno compone pensando en la posibilidad
de que falle y no pueda cantar más, y en quién podría ser el que lo
haga en mi lugar. Y eso me ocurre con un gran amigo,
un verdadero hermano que es mi coterráneo Danus Silvera, más conocido
como el indio Arachán".
En
los escasos reportajes que le hicieron por aquellos años, aparece constantemente
en sus respuestas la palabra hermano, algo muy suyo.
Tampoco
deja de nombrar a sus compañeras y a su madre, una persona entrañable
a la que lo unía un inmenso amor, tal como lo demuestran creaciones
y también dedicatorias de puño y letra en los álbumes. "Todo mi amor y mi cariño más
sincero para vos, mamita, dueña absoluta de mi ser y de mi canto. Canto
que surgió en una jardinera verde de pan junto al
viejo Antenor en Melo, y hoy todo el mundo escucha (...) Quien te quiere
mucho, tu hijo, José". La figura
de la madre aparece, sin aludirla directamente, en
la letra de "Arroyo, ropa y espuma": "El arroyo
hace un recodo/ justo enfrente a una portera/ varios alambres
tendidos/
y el sol hiere las cumbreras/ una mujer que se dobla/ sobre las tablas y es siesta/
blanqueado se va el arroyo/ con espumas de lavanderas/
y Melo las ve pasar/ agua abajo, monte afuera".
Asimismo, en el
texto "Y nunca volvió" se refiere a su padre. "Sembró el trigo
en espigas
doradas/ poco a poco en harina volvió/ prendió el horno con carbón
y leña/ amasó la harina, y pan no comió./ Para entonces, montó lentamente/ y de un pago
hasta el otro tropeó/ una tarde ensilló
tristemente/ nos dijo hasta
siempre/ y nunca volvió".
Si se repasa el repertorio
de Tabaré puede discriminárselo en las dos siguientes modalidades: 1)
Textos de revisión histórica (algunos de él y otros
en co-autoría con Murguía), de claro cuño nacionalista ("De
poncho blanco", "Mazurca de la Mazorcas", "Timoteo Aparicio", "Chiquito Saravia" y "Los que nunca aparecen", entre otras). 2) Canciones de corte costumbrista ("El Pulguita", "Gurisa de pueblo", la ya mencionada "Pescadores a la caña" y "La leyenda de Cerro largo", entre otras).
poncho blanco", "Mazurca de la Mazorcas", "Timoteo Aparicio", "Chiquito Saravia" y "Los que nunca aparecen", entre otras). 2) Canciones de corte costumbrista ("El Pulguita", "Gurisa de pueblo", la ya mencionada "Pescadores a la caña" y "La leyenda de Cerro largo", entre otras).
Más
allá de estas divisiones, útiles para intentar aproximarse a la obra de
todo artista, es importante apuntar que, entre sus temas, no faltaron el
amor y la crítica social; dos vertientes de fuerte arraigo en el canto popular rioplatense.
BUENOS
AIRES. No debe dejarse a un lado el hecho de que en los años duros
Tabaré cantaba canciones muy irritantes. "Por ser pocos", "Los soldaditos", "La
obra bienvenida" o "Golpeteando vamos", con mensajes directos,
y determinadas expresiones molestaban mucho en ciertos sectores del público.
"El día que se acabe el golpe/ de la ropa en las piletas/,
será cuando el pueblo esgrima/ fusiles y metralletas./ Cuando subía del arroyo/ bajaba
una lavandera/, venía a lavar ropa sucia/ y entre ellas nuestra
bandera (...)". En esos años de marcada polaridad fue varias veces detenido.
Ivonne, madre de sus otros dos hijos, Diego y Virginia,
recuerda una situación extrema, cuando fue detenido paseando en
una calle de Melo, con sus hijas mayores.
A
fines de 1971 lo tentaron para probar suerte en Buenos Aires. Dudó, pero
se decidió. Estuvo unos meses solo y luego viajó Ivonne. En un primer
momento, y tal como le comenta en una carta a su íntimo
amigo Danus Silvera, parecía tener mayores expectativas: "Mis cosas marchan macanudas. Ya salió mi disco acá en Argentina, vamos a ver qué pasa, pero tengo confianza. En estos días me entregan el apartamento, así que podrá tener su casa acá, cuando quiera (...)". Esa confianza, como señala su mujer, lentamente, se fue desvaneciendo: "Vivimos toda una temporada en el hotel Roma, en la calle Montevideo; resultó muy desgastante. Además a él no le fue tan bien en Argentina como había pensado previamente, no sólo que extrañaba horrores, sino que pasaba semanas sin actuar, cuando en Uruguay, en las vinerías, tenía trabajo todos los días". En Buenos Aires gastaba gran parte de su vasto tiempo libre con personalidades muy cercanas a sus convicciones: su coterráneo Carlos Molina —quien también se alojara meses en ese mismo hotel—, el poeta Julián Centeya —a esa altura un hombre de más de 70 años—y El Polaco Goyeneche, entre algunos otros. Es cierto que disfrutaba de estos y otros encuentros, pero la barrera "Río de la Plata", como lo demuestra el siguiente extracto de la carta a Silvera, no dejaba de herirlo: "No se imagina con qué placer le escribo estas líneas, hermano. Pese a la distancia, en cada cosa que hago lo recuerdo y cada momento agradable lo comparto con usted, porque no se separa de mí en un solo momento, porque no puede, porque somos y seremos raíces de un mismo árbol, un árbol grande donde no anidan pájaros que no sean cantores (...). La distancia nos lastima un poco: porque ya no estamos, porque no nos vemos, porque las palabras ahora nos faltan, y hasta el mismo vino ya no es compartido
amigo Danus Silvera, parecía tener mayores expectativas: "Mis cosas marchan macanudas. Ya salió mi disco acá en Argentina, vamos a ver qué pasa, pero tengo confianza. En estos días me entregan el apartamento, así que podrá tener su casa acá, cuando quiera (...)". Esa confianza, como señala su mujer, lentamente, se fue desvaneciendo: "Vivimos toda una temporada en el hotel Roma, en la calle Montevideo; resultó muy desgastante. Además a él no le fue tan bien en Argentina como había pensado previamente, no sólo que extrañaba horrores, sino que pasaba semanas sin actuar, cuando en Uruguay, en las vinerías, tenía trabajo todos los días". En Buenos Aires gastaba gran parte de su vasto tiempo libre con personalidades muy cercanas a sus convicciones: su coterráneo Carlos Molina —quien también se alojara meses en ese mismo hotel—, el poeta Julián Centeya —a esa altura un hombre de más de 70 años—y El Polaco Goyeneche, entre algunos otros. Es cierto que disfrutaba de estos y otros encuentros, pero la barrera "Río de la Plata", como lo demuestra el siguiente extracto de la carta a Silvera, no dejaba de herirlo: "No se imagina con qué placer le escribo estas líneas, hermano. Pese a la distancia, en cada cosa que hago lo recuerdo y cada momento agradable lo comparto con usted, porque no se separa de mí en un solo momento, porque no puede, porque somos y seremos raíces de un mismo árbol, un árbol grande donde no anidan pájaros que no sean cantores (...). La distancia nos lastima un poco: porque ya no estamos, porque no nos vemos, porque las palabras ahora nos faltan, y hasta el mismo vino ya no es compartido
(...)".
SARAVISTA. En 1972,
mientras residía en Buenos Aires, grabó Crónica de Hombres
Libres un disco memorable con textos de Murguía y recitados de Alberto
Candeau.
Este fonograma, muy recordado porque recorre buena parte de la historia
nacional, estaba pronto para ser lanzado a principios de 1973.
"Pero la sublevación militar del 9 de febrero lo frustró
y fue prohibido", recordó tiempo después Murguía. Aunque no hablaba
de ellos, aunque era sólo un relato histórico que llegaba hasta 1935.
Pero era un canto a la libertad. Porque ese es el personaje de este
disco. Y por eso se le canta a los hombres —grandes o chicos— que en un momento de su vida y
de la historia se jugaron por la libertad. El tema "De poncho
blanco", homenaje a Aparicio Saravia, se convertiría más tarde en uno de los temas
más conocidos e interpretados del canto popular
uruguayo.
Como
casi todo hombre del interior, su cuna estuvo marcada por un signo político:
el del Partido Nacional. "El siempre decía que era profundamente
saravista", recuerda Vera. Cuando se afincó en la ciudad
fue
gradualmente volcándose, acaso al influjo de Carlos Molina, al anarquismo.
"El Flaco era rebelde —dice su amigo Alberto García—. No le gustaba
afiliarse a nada, no estaba bien con ninguna de esas normas".
Por
mucho tiempo, incluso, no estuvo siquiera asociado ni a AGADU ni a SUDEI.
"Cuando murió —y como muchos cantores populares— Tabaré estaba mal económicamente, ni
siquiera registraba sus temas. Días antes de morirse lo llevamos a
registrar su obra", agrega García.
Cuando empezó el período
militar y la diáspora se hizo cada vez más notoria,
Tabaré regresó a Buenos Aires desafiando al destino, que en cinco
años le asestaría un golpe mortal. Al final de ese período
comenzó a sufrir un deterioro a raíz de un cáncer que, si bien no le permitía realizar su habitual despliegue, no logró agotar su vena creativa: en esos meses escribió cuentos —que hoy duermen en un cuaderno— plagados de faltas de ortografía. ¿Sería esta otra "licencia rebelde"?
comenzó a sufrir un deterioro a raíz de un cáncer que, si bien no le permitía realizar su habitual despliegue, no logró agotar su vena creativa: en esos meses escribió cuentos —que hoy duermen en un cuaderno— plagados de faltas de ortografía. ¿Sería esta otra "licencia rebelde"?
La lluviosa mañana del 21
de abril de 1978 se marchó para siempre. Se había ganado, en una vida
tan corta, un lugar en la memoria de la gente.
Las palabras del maestro
Ruben Lena (a quien Tabaré respetaba enormemente)
lo demuestran: "Tabaré Etcheverry es una voz difícilmente repetible
y ha logrado una auténtica permanencia en nuestro recuerdo
colectivo.
La originalidad de su canto, truncado joven, me representa un vuelo
decapitado (...)"
Fuentes:
Entrevistas del autor con Ivonne Abella, Washington Carrasco, Teresa
Etcheverry, Alberto García, Weimar González, Ronald Langón, Mario Martegani,
Héctor Numa Moraes, Víctor Hugo Morales, Cristina Murguía, Ramón
Odera, Luciano Rosano, Danus Silvera, Adelaida Tort, Tomás Vera.
Agradecimiento
a Sergio Sánchez.
Excelente, felicitaciones y agradecimientos por este trabajo.
ResponderEliminarEl amor que siento por este cantor, por su arte, por su imagen(que casi no conozco) es casi tan grande como la tristeza que me provoca su prematura partida. Es difícil pensar como en tan poco tiempo haya hecho tanto pero para mi es mas difícil sentir el vacío de lo que pudo habernos dejado. Murió a los 32, lo que pudo haber madurado y perfeccionado sus composiciones e interpretaciones solo dios lo sabe y es una gris e infinita incertidumbre que me acompaña.
ResponderEliminarEL CANTOR OLVIDADO, en estas épocas de múltiples y multitudinarios homenajes, su ausencia es tan grande como lo fue su obra. Esto provoco' en mi tener que cantarle, cual vomito de bronca y vergüenza salio' "Pa TABARE El cantor olvidado" mi orgulloso homenaje.
"Crónicas de hombres libres" para mi, es una obra maestra, basta leer un poquito de historia, cerrar los ojos y escuchar todo el disco para ver y sentir toda una película entera.
CUZCO RABÓN otra maestría, visionaria para una época cruda donde había que ser bien guapo para cantarla y sentirla en los huesos para así no dudar ni por un instante de su veracidad. Mas de una vez eh lagrimeado con este manifiesto (y algún vino ha ayudado).
INTERPRETE único, su caudal de voz casi sin limite, con graves duros como piedra y agudos invisibles como el susurro del viento. Esto yo lo percibo en NORDESTE, en el final yo 'siento y veo' el viento acariciando el campo. Que otro artista, (entre virtuosos cantantes y académicos instrumentistas) logran imitar al viento, logran plasmar un eco (ECOS PARA UN LAMENTO), reproducen el grito rabioso del Indio (TABARE), para mi es otra rama de la música, 'sensibilidad pura'. Todo esto sobre una GUITARRA que al galope cabalga como un caballo desbocado entre melodías y rasgueos.
Tal vez nadie lea esto pero sentí la necesidad de escribirlo.
Tengo 31 hoy, nací un 22 de abril y tabare' se fue un 21, lo llevo presente siempre.
Inicio en el rock pero siento en TABARE algo difícil de explicar, tal vez mis viejos al ser de Cerro Largo hallan influido, mi abuela era lavandera de arroyo, mi bisabuelo lucho con Aparicio en 1904 y la pobreza siempre ahí en la vuelta y a todo esto JOSE FRANCISCO LE CANTO.
GRACIAS ETCHEVERRY POR DEJAR PLASMADO TANTO ARTE
diegocastrorosas@hotmail.com