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Sello: Sony Classical
Serie: 88697727292
Género : Clasico / Latino Americano Crossover
Estilo: Tango
Lista de temas
1 - Rojotango
Lista de temas
1 - Rojotango
2 - Oblivion
3 - Chiquilin de Bachin
4 - Gracias a la vida
5 - Agua y vino
6 - Saveiros
6 - Saveiros
7 - Los pajaros perdidos
8 - Milonga en al viento
9 - Rinascero
10 - Insensatez
11 - Bocha
10 - Insensatez
11 - Bocha
12 - Desde que o samba e samba
Los temas pertenecen a :
Los temas pertenecen a :
Pablo Ziegler - 1 & 8
Astor Piazzolla - 2, 3, 7, 9 & 11
Violeta Parra - 4
Egberto Gismonti - 5
Dori Caymmi - 6
Antonio Carlos Jobim - 10
Caetano Veloso - 12
Astor Piazzolla - 2, 3, 7, 9 & 11
Violeta Parra - 4
Egberto Gismonti - 5
Dori Caymmi - 6
Antonio Carlos Jobim - 10
Caetano Veloso - 12
Hizo su debut profesional en Montevideo a los 22 años de edad, cantando Roucher en Andrea Chénier seguido su debut en el Teatro Municipal de Santiago de Chile, como Timur en Turandot, Colline en La Boheme, Sparafucile en Rigoletto y Ramfis en Aida, ganando una beca para estudiar en Italia.
En 1997 debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires con Sparafucile junto a Leo Nucci y Sumi Jo, regresó en 1999 como Colline junto a Mirella Freni y en 2013 para Las Bodas de Fígaro.
Al ganar el primer premio (categoría hombres) y el premio del público de Operalia 1998 (competencia fundada por Plácido Domingo) llamó la atención de importantes teatros internacionales como La Scala. Interpretó el rol principal en Don Giovanni, el faraón en Mosè in Egitto de Rossini, Leporello en el Covent Garden de Londres, Figaro en Le nozze di Figaro y el torero Escamillo de Carmen en el Metropolitan Opera de New York.
Uno de los más impactantes figuras de la nueva generación de cantantes de ópera, Schrott estuvo casado con la soprano rusa Anna Netrebko con quien tuvo un hijo el 5 de septiembre de 2008 llamado Tiago Arua.
En 1997 debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires con Sparafucile junto a Leo Nucci y Sumi Jo, regresó en 1999 como Colline junto a Mirella Freni y en 2013 para Las Bodas de Fígaro.
Al ganar el primer premio (categoría hombres) y el premio del público de Operalia 1998 (competencia fundada por Plácido Domingo) llamó la atención de importantes teatros internacionales como La Scala. Interpretó el rol principal en Don Giovanni, el faraón en Mosè in Egitto de Rossini, Leporello en el Covent Garden de Londres, Figaro en Le nozze di Figaro y el torero Escamillo de Carmen en el Metropolitan Opera de New York.
Uno de los más impactantes figuras de la nueva generación de cantantes de ópera, Schrott estuvo casado con la soprano rusa Anna Netrebko con quien tuvo un hijo el 5 de septiembre de 2008 llamado Tiago Arua.
Reseña en el blog Cabeza de Moog muy interesante que me pareció pertinente públicar (Gracias colega y por cierto muy bueno)
Antes de empezar, éste es un cantante de ópera cantando tangos y canciones populares latinoamericanas, aclaro desde el comienzo...
Mientras estoy investigando a los franceses de ZAZ (muy lindo, los estoy escuchando ahora) y lo último de Tabaré Cardozo (algún día deberemos reconocer todo lo que la murga uruguaya ha hecho por nosotros) vamos presentando este álbum, que es algo así como una rareza. No tanto, pero es algo así.
Empezamos por las presentaciones.
Resulta que el uruguayo Erwin Schrott es uno de los cantantes de ópera más apasionantes de nuestro tiempo y está considerado universalmente como el máximo exponente en la actualidad de los grandes papeles mozartianos de Don Giovanni, Leporello y Figaro. Canta en los mejores lugares y la crítica mundial lo elogia como uno de los mejores intérpretes de la actualidad.
Aquí, el yorugua se unió con un argentino: el pianista, compositor y arreglista (¿o se dice arreglador?) Pablo Ziegler (Quinteto Nuevo Tango de Astor Piazzolla, Cuarteto para el Nuevo Tango), reconocido por combinar ingeniosamente los ritmos del tango clásico con improvisaciones jazzísticas, para dar como resultado este disco. Es considerado una de las mayores fuerzas motrices del "Tango Nuevo". Él ha dispuesto las piezas a interpretar en "Rojotango" junto con sus propias composiciones. Además, acompañó a Erwin Schrott en el piano.
No hay duda de que Ziegler lleva el tango a niveles de sofisticación y refinamiento que probablemente Piazzolla no llegó siquiera a soñar
Howard Reich. Times (Chicago)
Y el álbum es muy ecléctico, con canciones del mismo Ziegler ("Rojotango", "Milonga en el Viento"), varios temas de Piazzolla, pero también hay un track de Violeta Parra (una extraña versión de "Gracias a la Vida"), o Gismonti ("Agua e vinho"), Caymmi ("Saveiros", por ahí lo más cercano al jazzy, aunque no sea uno de los puntos altos del álbum), Jobim ("Insensatez"), y Caetano Veloso ("Desde que o samba é samba").
El músico rioplatense (¿porqué solamente a los uruguayos se los designa "rioplatenses"? si el tipo fuese argentino nadie lo llamaría "rioplatense", pero a todo los uruguayos famosos son "rioplatenses", tales como Jaime Ross, el Negro Rada o el mismo Galeano, etc. ellos sí son "rioplatenses") revela aquí su pasión por la música de América del Sur, por una música que ha conocido desde su infancia, lo que significa el hogar para él y lo marcó como un hombre y músico, lo cual no es sorprendente, ya que uno de los más grandes cantantes de tango, hablo de Carlos Gardel, parece que vino del Uruguay. Y ahora viene el chango éste.
Bueno, para no empezar con la vieja disputa de la nacionalidad de Gardel, digamos que es "rioplatense". OK?
El pasado mes de enero pudimos ver a Erwin Schrott en el Teatro Real rindiendo homenaje a Plácido Domingo durante la gala de celebración de sus 70 cumpleaños. Su actuación, el aria del catálogo de «Don Giovanni», hizo sonreír a muchos gracias, en parte, a la vis cómica del bajo barítono uruguayo, que derrochó voz y apostura. Fue un momento muy especial para Schrott, según confiesa a ABC, «pues era la segunda vez que cantaba ante Domingo. El resto lo he hecho actuando junto a él o bajo su batuta». El primer encuentro, recuerda, fue en el concurso Operalia, en 1998, en el que se coronó vencedor y que supuso su trampolín internacional. Hoy, se sitúa entre los barítonos de referencia en papeles mozartianos, como Leporello, en «Don Giovanni»; o Fígaro, en «Las bodas de Fígaro».
Schrott, que triunfa estos días en el Palau de les Arts de Valencia como Dulcamara en «L'elisir d'amore» de Donizetti (que volverá a interpretar en el Teatro Real en 2013) y que el día 7 ofrecerá, junto al resto del reparto, un concierto en favor de la víctimas de Japón, ha aprovechado su visita a nuestro país para presentar su disco «Rojotango» (Sony), una forma de recordar sus raíces. «Es la música que me acunó, que he escuchado en mi familia y que he visto bailar a mis padres. El tango forma parte de lo que soy como persona y como músico». También le ha servido para dar las gracias a España, cuya nacionalidad le concedió el Consejo de Ministros el pasado mes de octubre. «Ha sido un regalo inmenso, un paso enorme para mi carrera», confiesa el cantante de ascendencia gallega pero también canaria. Para agradecer este regalo ha incluido en el disco «Gracias a la vida», que convirtió en un himno Mercedes Sosa, «pero aflamencado pues tratar de imitarla sería como intentar ser Plácido Domingo», afirma entre bromas.
Voces cavernosas
Cuando parece casi obligado que los tenores nacidos en sudamérica —Marcelo Álvarez, José Cura— graben un disco de tangos —aunque no siempre se cumple esta regla, basta reordar al granadino José Manuel Zapata, que no se ha podido resistir al género—, Schroff abre una nueva veta. «Las grandes voces del tango no son las del tenor, sino aquellas que son más cavernosas. El tango debe de tener un poco de noche, de oscuridad», argumenta Schrott, que ve la música como un lenguaje universal, que puede mover y llegar al corazón en cualquiera de sus formas. «Como el flamenco, con el que no he crecido pero con el que disfruto, y cualquier persona puede hacer lo mismo al escuchar música de tango». El artista uruguayo desmiente categóricamente que este disco, con canciones de Piazzolla, Gismonti, Violeta Parra, Antonio Carlos Jobim y Pablo Ziegler, arreglista de los temas, se pueda calificar como crossover. «No, este es un disco de música sudamericana —con compositores brasileños y argentinos— que tiene su propia identidad y dignidad, y a mí, como barítono, se me ha dado la oportunidad de interpretarlo, y de que más gente pueda conocerla».
Asegura que Ziegler le ha ayudado mucho a la ahora de adentrarse en esta música y ver «lo que podía generar yo con mi instrumento, delante de un micrófono e intentando crear la intimidad que necesita», de la que no está ausente su impronta como cantante de ópera, «eso no es un delito en absoluto». Y asegura que no quiere que la gente vea en este lanzamiento «una apuesta de mercado o la venta del latin loveruruguayo que va a cantar tango». «Como artista considero que tengo el deber de asumir riesgos», justifica, y entre ellos está el de «cubrir las expectativas de la gente».
En uno de los vídeos de promoción del disco, Erwin Schrott muestra su destreza como bailarín de tango, que ha contagiado a su esposa, la soprano rusa Anna Netrebko. «Sí, lo bailamos en los aeropuertos, mientras esperamos las valijas», bromea el cantante.
Susana Gaviña
La música clásica explota intensamente el mundo de la imagen. Este parece haber sido, en efecto, el punto de partida de este disco de Erwin Schrott, Rojotango (Sony Classical). Schrott es un apuesto bajo barítono uruguayo, conocido entre el público porteño por sus actuaciones en el Colón (en 1999 hizo un notable Colline en La bohème de Puccini), y actualmente se halla en el centro de la escena no sólo por sus aptitudes artísticas sino además por estar casado con la soprano rusa Anna Netrebko, también notable por su arte y por su belleza (un año atrás Netrebko sacó un álbum de canciones rusas con Daniel Barenboim en piano, In the Still of Night , mezcla de edición discográfica y folletería de alta moda, pero musicalmente irreprochable).
Tal vez Schrott sintió la necesidad o el deseo de grabar tango y canciones populares, aunque no es impensable que un productor o un “creativo” de Sony Classical haya querido explotar la elegancia orillera del barítono. Como sea, a la producción no le falta nada, ni siquiera la bendición del flamante Premio Nobel Mario Vargas Llosa, que en el cuadernillo firma un elogioso párrafo sobre el barítono uruguayo.
Los arreglos son del pianista argentino Pablo Ziegler, al frente de un notable conjunto que completan Héctor del Curto en bandoneón, Claudio Ragazzi y Romero Lumbambo en guitarras, más un quinteto de cuerdas, flauta, saxos (soprano y tenor) y percusión.
No hay sólo tangos en Rojotango , y los elegidos pertenecen, por decirlo así, al nuevo cancionero: baladas, milongas y valses de Piazzolla como Oblivion (en francés), Chiquilín de Bachín , Bocha , Los pájaros perdidos y Renaceré (en verdad Rinascerò , pues está cantada en italiano), más dos composiciones de Ziegler: el Rojotango que da nombre al disco y Milonga en el viento . El ábum se completa con una atractiva selección del repertorio latinoamericano: Agua y vino de Gismonti, Gracias a la vida de Violeta Parra, Saverios de Dorival Caymmi, Insensatez de Jobim y Desde que o samba é samba de Caetano Veloso.
La producción no escatima esfuerzos, pero la performance de Schrott es despareja. Schrott encara el repertorio casi sin correrse del escenario lírico. A Schrott le ocurrre lo que a casi todos los cantantes de ópera (con la excepción de Víctor Torres): la impostación vocal lo vuelve a veces un extranjero en su propia lengua. El verso de Ferrer “Y la luna brilla sobre la parrilla” ( Chiquilín de bachín ) suena como si lo cantara un alemán.
Seguramente no sea fácil para un cantante lírico administrar el caudal de la voz, la impostación y, sobre todo, el énfasis dramático. Las interpretaciones de Schrott son por lo general inconvenientemente enfáticas, aunque una de ellas da en el punto justo. Tal vez no sea casual que la pieza mejor cantada de este disco no provenga del Río de la Plata sino del Brasil: en Desde que o samba e o samba , Schrott se relaja y en su voz grave parece oírse un hermoso eco de Caymmi, cómodamente apoyado en la guitarra de Romero Lumbambo, la percusión de Café y los coros de Sara Erde Rinat Shaham.
Federico Monjeau
El cantante uruguayo canta la música de su tierra sudamericana
Como una de las verdaderamente grandes estrellas operísticas de nuestro tiempo, el cantante uruguayo Erwin Schrott entusiasma al público de todo el mundo. La presencia vital de su impresionante voz de bajo-barítono, la belleza natural de su timbre inimitable y aterciopelado, su mirada ardiente, el temperamento latino: todo ello lo convierte en un héroe resplandeciente de la ópera, en un actor diabólicamente bueno de malvados que van de Don Giovanni a Mefistófeles. Y en una voz apasionada del tango y la música sudamericana. Es por esto que el bajo-barítono uruguayo dedica su disco presentación en Sony Classical a la música de su tierra natal sudamericana. Ennoblece al tango con el esmalte natural de su voz, rinde homenaje a la música de Astor Piazzola, Antonio Carlos Jobim, Caetano Veloso y Pablo Ziegler, y canta canciones populares de Argentina y Brasil.
Erwin Schrott nació en Montevideo y realizó su debut operístico a la edad de 22 años como Roucher en Andrea Chenier de Giordano. Poco después ascendió meteóricamente a la fama internacional realizando debuts en un gran teatro de ópera tras otro en una rápida sucesión. Triunfó en teatros como la Scala de Milán, el Metropolitan de Nueva York, la Ópera de Paris, el Teatro Colón de Buenos Aires, el Covent Garden y muchos otros. En 2008 hizo su muy esperado debut en el Festival de Salzburgo como Leporello en Don Giovanni de Mozart. Está casado con la soprano Anna Netrebko y tiene dos hijos.
El pianista y compositor argentino Pablo Ziegler, que fue durante muchos años el pianista del quinteto de Astor Piazzolla y hoy está considerado como la fuerza motriz del tango nuevo, ha arreglado las composiciones de este disco con mucho tacto y ha dado cabida a elementos del jazz y de la moderna música popular.
Las canciones que integran ROJOTANGO son Oblivion, Chiquilín de Bachín, Los Pájaros Perdidos, Rinasceró y Bocha, todas de Astor Piazzolla, Gracias a la Vida de Violeta Parra, Agua y Vino de Egberto Gismonti, Saveiros de Dori Caymmi, Insensatez de Antonio Carlos Jobim, Desde que o Samba e Samba de Caetano Veloso y Milonga en el Viento y Rojotango de Pablo Ziegler.
Sony Music da la bienvenida con este disco a un artista en el que se dan cita en plenitud de belleza una gran cultura vocal, una fuerte voluntad expresiva, un carácter enormemente polifacético y las cualidades de su aspecto físico. Erwin Schrott pertenece a una nueva generación de cantantes de ópera para los que cantar y actuar en un escenario constituye una unidad inseparable. Espectacular lanzamiento de música latinoamericana cantada por una de las grandes estrellas de la lírica actual.
Federico Monjeau
Erwin Schrott, joven estrella de la ópera actual con un nombre tan alemán como su estampa de compadrito rioplatense. En su segundo recital discográfico como solista, el barítono montevideano brinda un programa en el que homenajea sus raíces; otra buena costumbre propiciada por la multiculturalidad del mundo lírico.
Y Schrott – destacado mozartiano – transita un territorio espinoso para el cantante lírico con la receta indicada: dejar de cantar como un “cantante de ópera”. Sin caer en el crossover, sabe navegarlo y encontrar una acertada voz intermedia donde la impostación clásica no incomoda a ningún sector de la audiencia.
No dedica el cedé a los tangos de ayer (esas mini-óperas indisolublemente emparentadas con la inspiración verista), sino a sus canciones favoritas. No se mide con la vieja tradición sino con el “tango nuevo” de Astor Piazzolla y de su colaborador Pablo Ziegler (también responsable de la soberbia orquestación y acompañamiento) intercalándolos con baladas de Violeta Parra y los brasileños Dorival Caymmi, Egberto Gismonti, Antonio Carlos Jobim y Caetano Veloso.
Con excepción de ocasionales “R” de forzada sonoridad, la pronunciación es excelente; un verdadero alivio para el aficionado musical hispano que en más de una oportunidad debe soportar la dicción artificial (o el acento errático) de divos de otras lenguas esforzándose con los vericuetos (y matices regionales) del español. No molesta cierta falta de peso en algún grave como tampoco el haber optado – en pocas instancias – por una expresividad más vehemente que contenida. Lo demás emerge naturalmente, sin afectaciones, sofisticaciones ni cursilerías, Schrott se distancia del convencional bajo-barítono para llegar, con todo derecho, al “cantor” de pura cepa.
Como buen hijo de Uruguay, tierra neutra y a la vez con fisonomía única entre Brasil y Argentina, se muestra a sus anchas con las dos vertientes; por eso, tanto Caetano como Astor pueden confluir en su canto. El fervoroso “Rojotango” – que titula el CD – de Ziegler es digno hijo de Piazzolla, “Milonga en el viento” emerge más cuidadosa y en los clásicos de Piazzolla, “Los pájaros perdidos” y “Chiquilín de Bachín” entrega versiones memorables como también del menos conocido”Bocha”. Del mismo autor, “Oblivion” (en francés) y “Rinascero” (en italiano) explotan otras posibilidades expresivas. Schrott sabe matizar la opresiva atmósfera porteña con el lirismo nostálgico brasileño, a un notable Insensatez sigue “Agua y vino” de Gismonti y “Savieros” de Caymmi (excelente solo de saxo de Julio Botti) y la alegría de “Gracias a la vida” y “Desde que o samba e samba” de Veloso secundado por Sara Erde y Rinat Shaham.
Redondea la edición el valiosísimo aporte de la orquesta, en especial Héctor del Curto en bandoneón y el mismo Ziegler en piano sumándose a una esmerada presentación que incluye un texto de Mario Vargas Llosa saludando la aventura.
¿Cambalache, Sur, Discepolín o Manzi?…Quizás en una próxima entrega, Schrott decida incursionar en clásicos de Carlos Gardel o Julio Sosa. Puede y sabe cómo, tiene la voz y el enfoque correcto para plasmar la definición de un gran argentino que se sentía casi uruguayo, Jorge Luis Borges: “El tango es una expresión directa de algo que los poetas han intentado expresar a menudo con palabras: la creencia de que una lucha puede ser una celebración”
Sebastian Spreng
Mientras estoy investigando a los franceses de ZAZ (muy lindo, los estoy escuchando ahora) y lo último de Tabaré Cardozo (algún día deberemos reconocer todo lo que la murga uruguaya ha hecho por nosotros) vamos presentando este álbum, que es algo así como una rareza. No tanto, pero es algo así.
Empezamos por las presentaciones.
Resulta que el uruguayo Erwin Schrott es uno de los cantantes de ópera más apasionantes de nuestro tiempo y está considerado universalmente como el máximo exponente en la actualidad de los grandes papeles mozartianos de Don Giovanni, Leporello y Figaro. Canta en los mejores lugares y la crítica mundial lo elogia como uno de los mejores intérpretes de la actualidad.
Aquí, el yorugua se unió con un argentino: el pianista, compositor y arreglista (¿o se dice arreglador?) Pablo Ziegler (Quinteto Nuevo Tango de Astor Piazzolla, Cuarteto para el Nuevo Tango), reconocido por combinar ingeniosamente los ritmos del tango clásico con improvisaciones jazzísticas, para dar como resultado este disco. Es considerado una de las mayores fuerzas motrices del "Tango Nuevo". Él ha dispuesto las piezas a interpretar en "Rojotango" junto con sus propias composiciones. Además, acompañó a Erwin Schrott en el piano.
No hay duda de que Ziegler lleva el tango a niveles de sofisticación y refinamiento que probablemente Piazzolla no llegó siquiera a soñar
Howard Reich. Times (Chicago)
Y el álbum es muy ecléctico, con canciones del mismo Ziegler ("Rojotango", "Milonga en el Viento"), varios temas de Piazzolla, pero también hay un track de Violeta Parra (una extraña versión de "Gracias a la Vida"), o Gismonti ("Agua e vinho"), Caymmi ("Saveiros", por ahí lo más cercano al jazzy, aunque no sea uno de los puntos altos del álbum), Jobim ("Insensatez"), y Caetano Veloso ("Desde que o samba é samba").
El músico rioplatense (¿porqué solamente a los uruguayos se los designa "rioplatenses"? si el tipo fuese argentino nadie lo llamaría "rioplatense", pero a todo los uruguayos famosos son "rioplatenses", tales como Jaime Ross, el Negro Rada o el mismo Galeano, etc. ellos sí son "rioplatenses") revela aquí su pasión por la música de América del Sur, por una música que ha conocido desde su infancia, lo que significa el hogar para él y lo marcó como un hombre y músico, lo cual no es sorprendente, ya que uno de los más grandes cantantes de tango, hablo de Carlos Gardel, parece que vino del Uruguay. Y ahora viene el chango éste.
Bueno, para no empezar con la vieja disputa de la nacionalidad de Gardel, digamos que es "rioplatense". OK?
El pasado mes de enero pudimos ver a Erwin Schrott en el Teatro Real rindiendo homenaje a Plácido Domingo durante la gala de celebración de sus 70 cumpleaños. Su actuación, el aria del catálogo de «Don Giovanni», hizo sonreír a muchos gracias, en parte, a la vis cómica del bajo barítono uruguayo, que derrochó voz y apostura. Fue un momento muy especial para Schrott, según confiesa a ABC, «pues era la segunda vez que cantaba ante Domingo. El resto lo he hecho actuando junto a él o bajo su batuta». El primer encuentro, recuerda, fue en el concurso Operalia, en 1998, en el que se coronó vencedor y que supuso su trampolín internacional. Hoy, se sitúa entre los barítonos de referencia en papeles mozartianos, como Leporello, en «Don Giovanni»; o Fígaro, en «Las bodas de Fígaro».
Schrott, que triunfa estos días en el Palau de les Arts de Valencia como Dulcamara en «L'elisir d'amore» de Donizetti (que volverá a interpretar en el Teatro Real en 2013) y que el día 7 ofrecerá, junto al resto del reparto, un concierto en favor de la víctimas de Japón, ha aprovechado su visita a nuestro país para presentar su disco «Rojotango» (Sony), una forma de recordar sus raíces. «Es la música que me acunó, que he escuchado en mi familia y que he visto bailar a mis padres. El tango forma parte de lo que soy como persona y como músico». También le ha servido para dar las gracias a España, cuya nacionalidad le concedió el Consejo de Ministros el pasado mes de octubre. «Ha sido un regalo inmenso, un paso enorme para mi carrera», confiesa el cantante de ascendencia gallega pero también canaria. Para agradecer este regalo ha incluido en el disco «Gracias a la vida», que convirtió en un himno Mercedes Sosa, «pero aflamencado pues tratar de imitarla sería como intentar ser Plácido Domingo», afirma entre bromas.
Voces cavernosas
Cuando parece casi obligado que los tenores nacidos en sudamérica —Marcelo Álvarez, José Cura— graben un disco de tangos —aunque no siempre se cumple esta regla, basta reordar al granadino José Manuel Zapata, que no se ha podido resistir al género—, Schroff abre una nueva veta. «Las grandes voces del tango no son las del tenor, sino aquellas que son más cavernosas. El tango debe de tener un poco de noche, de oscuridad», argumenta Schrott, que ve la música como un lenguaje universal, que puede mover y llegar al corazón en cualquiera de sus formas. «Como el flamenco, con el que no he crecido pero con el que disfruto, y cualquier persona puede hacer lo mismo al escuchar música de tango». El artista uruguayo desmiente categóricamente que este disco, con canciones de Piazzolla, Gismonti, Violeta Parra, Antonio Carlos Jobim y Pablo Ziegler, arreglista de los temas, se pueda calificar como crossover. «No, este es un disco de música sudamericana —con compositores brasileños y argentinos— que tiene su propia identidad y dignidad, y a mí, como barítono, se me ha dado la oportunidad de interpretarlo, y de que más gente pueda conocerla».
Asegura que Ziegler le ha ayudado mucho a la ahora de adentrarse en esta música y ver «lo que podía generar yo con mi instrumento, delante de un micrófono e intentando crear la intimidad que necesita», de la que no está ausente su impronta como cantante de ópera, «eso no es un delito en absoluto». Y asegura que no quiere que la gente vea en este lanzamiento «una apuesta de mercado o la venta del latin loveruruguayo que va a cantar tango». «Como artista considero que tengo el deber de asumir riesgos», justifica, y entre ellos está el de «cubrir las expectativas de la gente».
En uno de los vídeos de promoción del disco, Erwin Schrott muestra su destreza como bailarín de tango, que ha contagiado a su esposa, la soprano rusa Anna Netrebko. «Sí, lo bailamos en los aeropuertos, mientras esperamos las valijas», bromea el cantante.
Susana Gaviña
La música clásica explota intensamente el mundo de la imagen. Este parece haber sido, en efecto, el punto de partida de este disco de Erwin Schrott, Rojotango (Sony Classical). Schrott es un apuesto bajo barítono uruguayo, conocido entre el público porteño por sus actuaciones en el Colón (en 1999 hizo un notable Colline en La bohème de Puccini), y actualmente se halla en el centro de la escena no sólo por sus aptitudes artísticas sino además por estar casado con la soprano rusa Anna Netrebko, también notable por su arte y por su belleza (un año atrás Netrebko sacó un álbum de canciones rusas con Daniel Barenboim en piano, In the Still of Night , mezcla de edición discográfica y folletería de alta moda, pero musicalmente irreprochable).
Tal vez Schrott sintió la necesidad o el deseo de grabar tango y canciones populares, aunque no es impensable que un productor o un “creativo” de Sony Classical haya querido explotar la elegancia orillera del barítono. Como sea, a la producción no le falta nada, ni siquiera la bendición del flamante Premio Nobel Mario Vargas Llosa, que en el cuadernillo firma un elogioso párrafo sobre el barítono uruguayo.
Los arreglos son del pianista argentino Pablo Ziegler, al frente de un notable conjunto que completan Héctor del Curto en bandoneón, Claudio Ragazzi y Romero Lumbambo en guitarras, más un quinteto de cuerdas, flauta, saxos (soprano y tenor) y percusión.
No hay sólo tangos en Rojotango , y los elegidos pertenecen, por decirlo así, al nuevo cancionero: baladas, milongas y valses de Piazzolla como Oblivion (en francés), Chiquilín de Bachín , Bocha , Los pájaros perdidos y Renaceré (en verdad Rinascerò , pues está cantada en italiano), más dos composiciones de Ziegler: el Rojotango que da nombre al disco y Milonga en el viento . El ábum se completa con una atractiva selección del repertorio latinoamericano: Agua y vino de Gismonti, Gracias a la vida de Violeta Parra, Saverios de Dorival Caymmi, Insensatez de Jobim y Desde que o samba é samba de Caetano Veloso.
La producción no escatima esfuerzos, pero la performance de Schrott es despareja. Schrott encara el repertorio casi sin correrse del escenario lírico. A Schrott le ocurrre lo que a casi todos los cantantes de ópera (con la excepción de Víctor Torres): la impostación vocal lo vuelve a veces un extranjero en su propia lengua. El verso de Ferrer “Y la luna brilla sobre la parrilla” ( Chiquilín de bachín ) suena como si lo cantara un alemán.
Seguramente no sea fácil para un cantante lírico administrar el caudal de la voz, la impostación y, sobre todo, el énfasis dramático. Las interpretaciones de Schrott son por lo general inconvenientemente enfáticas, aunque una de ellas da en el punto justo. Tal vez no sea casual que la pieza mejor cantada de este disco no provenga del Río de la Plata sino del Brasil: en Desde que o samba e o samba , Schrott se relaja y en su voz grave parece oírse un hermoso eco de Caymmi, cómodamente apoyado en la guitarra de Romero Lumbambo, la percusión de Café y los coros de Sara Erde Rinat Shaham.
Federico Monjeau
El cantante uruguayo canta la música de su tierra sudamericana
Como una de las verdaderamente grandes estrellas operísticas de nuestro tiempo, el cantante uruguayo Erwin Schrott entusiasma al público de todo el mundo. La presencia vital de su impresionante voz de bajo-barítono, la belleza natural de su timbre inimitable y aterciopelado, su mirada ardiente, el temperamento latino: todo ello lo convierte en un héroe resplandeciente de la ópera, en un actor diabólicamente bueno de malvados que van de Don Giovanni a Mefistófeles. Y en una voz apasionada del tango y la música sudamericana. Es por esto que el bajo-barítono uruguayo dedica su disco presentación en Sony Classical a la música de su tierra natal sudamericana. Ennoblece al tango con el esmalte natural de su voz, rinde homenaje a la música de Astor Piazzola, Antonio Carlos Jobim, Caetano Veloso y Pablo Ziegler, y canta canciones populares de Argentina y Brasil.
Erwin Schrott nació en Montevideo y realizó su debut operístico a la edad de 22 años como Roucher en Andrea Chenier de Giordano. Poco después ascendió meteóricamente a la fama internacional realizando debuts en un gran teatro de ópera tras otro en una rápida sucesión. Triunfó en teatros como la Scala de Milán, el Metropolitan de Nueva York, la Ópera de Paris, el Teatro Colón de Buenos Aires, el Covent Garden y muchos otros. En 2008 hizo su muy esperado debut en el Festival de Salzburgo como Leporello en Don Giovanni de Mozart. Está casado con la soprano Anna Netrebko y tiene dos hijos.
El pianista y compositor argentino Pablo Ziegler, que fue durante muchos años el pianista del quinteto de Astor Piazzolla y hoy está considerado como la fuerza motriz del tango nuevo, ha arreglado las composiciones de este disco con mucho tacto y ha dado cabida a elementos del jazz y de la moderna música popular.
Las canciones que integran ROJOTANGO son Oblivion, Chiquilín de Bachín, Los Pájaros Perdidos, Rinasceró y Bocha, todas de Astor Piazzolla, Gracias a la Vida de Violeta Parra, Agua y Vino de Egberto Gismonti, Saveiros de Dori Caymmi, Insensatez de Antonio Carlos Jobim, Desde que o Samba e Samba de Caetano Veloso y Milonga en el Viento y Rojotango de Pablo Ziegler.
Sony Music da la bienvenida con este disco a un artista en el que se dan cita en plenitud de belleza una gran cultura vocal, una fuerte voluntad expresiva, un carácter enormemente polifacético y las cualidades de su aspecto físico. Erwin Schrott pertenece a una nueva generación de cantantes de ópera para los que cantar y actuar en un escenario constituye una unidad inseparable. Espectacular lanzamiento de música latinoamericana cantada por una de las grandes estrellas de la lírica actual.
Federico Monjeau
Erwin Schrott, joven estrella de la ópera actual con un nombre tan alemán como su estampa de compadrito rioplatense. En su segundo recital discográfico como solista, el barítono montevideano brinda un programa en el que homenajea sus raíces; otra buena costumbre propiciada por la multiculturalidad del mundo lírico.
Y Schrott – destacado mozartiano – transita un territorio espinoso para el cantante lírico con la receta indicada: dejar de cantar como un “cantante de ópera”. Sin caer en el crossover, sabe navegarlo y encontrar una acertada voz intermedia donde la impostación clásica no incomoda a ningún sector de la audiencia.
No dedica el cedé a los tangos de ayer (esas mini-óperas indisolublemente emparentadas con la inspiración verista), sino a sus canciones favoritas. No se mide con la vieja tradición sino con el “tango nuevo” de Astor Piazzolla y de su colaborador Pablo Ziegler (también responsable de la soberbia orquestación y acompañamiento) intercalándolos con baladas de Violeta Parra y los brasileños Dorival Caymmi, Egberto Gismonti, Antonio Carlos Jobim y Caetano Veloso.
Con excepción de ocasionales “R” de forzada sonoridad, la pronunciación es excelente; un verdadero alivio para el aficionado musical hispano que en más de una oportunidad debe soportar la dicción artificial (o el acento errático) de divos de otras lenguas esforzándose con los vericuetos (y matices regionales) del español. No molesta cierta falta de peso en algún grave como tampoco el haber optado – en pocas instancias – por una expresividad más vehemente que contenida. Lo demás emerge naturalmente, sin afectaciones, sofisticaciones ni cursilerías, Schrott se distancia del convencional bajo-barítono para llegar, con todo derecho, al “cantor” de pura cepa.
Como buen hijo de Uruguay, tierra neutra y a la vez con fisonomía única entre Brasil y Argentina, se muestra a sus anchas con las dos vertientes; por eso, tanto Caetano como Astor pueden confluir en su canto. El fervoroso “Rojotango” – que titula el CD – de Ziegler es digno hijo de Piazzolla, “Milonga en el viento” emerge más cuidadosa y en los clásicos de Piazzolla, “Los pájaros perdidos” y “Chiquilín de Bachín” entrega versiones memorables como también del menos conocido”Bocha”. Del mismo autor, “Oblivion” (en francés) y “Rinascero” (en italiano) explotan otras posibilidades expresivas. Schrott sabe matizar la opresiva atmósfera porteña con el lirismo nostálgico brasileño, a un notable Insensatez sigue “Agua y vino” de Gismonti y “Savieros” de Caymmi (excelente solo de saxo de Julio Botti) y la alegría de “Gracias a la vida” y “Desde que o samba e samba” de Veloso secundado por Sara Erde y Rinat Shaham.
Redondea la edición el valiosísimo aporte de la orquesta, en especial Héctor del Curto en bandoneón y el mismo Ziegler en piano sumándose a una esmerada presentación que incluye un texto de Mario Vargas Llosa saludando la aventura.
¿Cambalache, Sur, Discepolín o Manzi?…Quizás en una próxima entrega, Schrott decida incursionar en clásicos de Carlos Gardel o Julio Sosa. Puede y sabe cómo, tiene la voz y el enfoque correcto para plasmar la definición de un gran argentino que se sentía casi uruguayo, Jorge Luis Borges: “El tango es una expresión directa de algo que los poetas han intentado expresar a menudo con palabras: la creencia de que una lucha puede ser una celebración”
Sebastian Spreng
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